La pregunta es muy simple, ¿Que tienen las regiones polares que todo aquel que se adentra en esos inabarcables territorios tiene la imperiosa necesidad de volver una y otra vez...?

¿Qué impulsó a los míticos exploradores Amundsen, Peary, Scott, Nansen, Shackleton y otros ilustres personajes a recorrer las zonas más frías del planeta en una época en la que una expedición a esos remotos lugares suponía estar desconectados del resto del planeta durante años, pasar innumerables penalidades e incluso hallar la muerte en un desolador lugar?

¿Serán las vivaces Auroras boreales que danzan en el cielo ártico las que nos hacen querer regresar al blanco infinito? o ¿será el imponente oso polar que vaga eternamente sobre los témpanos flotantes?

Y ¿si fuera en el pueblo más al norte del mundo situado en Groenlandia, donde la cálida mirada de los Inuit, nos atrae a ese planeta helado cual imán al hierro?

Quizás sean los imponentes icebergs de más de 100 metros de altura que como rascacielos indómitos tratando de alcanzar el gran océano, lo que nos hace soñar con volver al Ártico, incluso aunque estemos en la más paradisiaca de las islas del Pacífico.

O a lo mejor es el pingüino emperador que a pesar de su gracioso caminar, es la única especie animal que permanece durante el crudo invierno antártico, el que nos hace soñar con poner el pie sobre el casquete polar de la Antártida, la masa de hielo más grande de la Tierra.

Y ¿si la respuesta se encuentra en el mismísimo Océano Ártico, el lugar más cambiante del planeta, donde olas congeladas y flores de hielo asoman sobre la frágil banquisa?

O puede ser que el hielo azul cobalto del lago Baikal, donde está el lugar más profundo de un lago en la Tierra, nos hipnotice cual mago avezado, para cumplir nuestra propia “orden” de volver al Gran Norte.

La incógnita bien pudiera ser resuelta en la mítica soledad del más mítico de todos los puntos terrestres: el Polo Norte Geográfico, el lugar donde todas las direcciones son sur.

Quizás nos de alguna pista de la respuesta las Islas Svalbard, el archipiélago de los mil glaciares rectilíneos. Un remoto territorio desde donde partieron muchas de las históricas expediciones polares.

O es posible que la solución la encontremos en la abrupta isla de Baffin, bajo el Polar Sun Spire, que con sus más de 1.500 metros de altura totalmente verticales es el acantilado marino más alto del planeta.

Lo que te proponemos es que descubras tu “respuesta” explorando de una manera segura y sin necesidad de hacer una expedición profesional, Groenlandia, Baffin, el Polo Norte, la Antártida, Siberia y esa eterna línea blanca en el horizonte donde puedes llegar a ver la curvatura de la Tierra…

José Naranjo

21 junio 2019